VOTO ELECTRONICO
Un cambio superador que Entre Ríos no debate El domingo hubo elecciones en Salta. Y esa provincia dio otro ejemplo de que el voto electrónico es una metodología cuya implementación es factible, no genera inconvenientes y posibilita un salto cualitativo en las prácticas electorales. El escenario que se presenta en el país permite ponderar de modo inmejorable este sistema. Mientras en Chubut, a más de un mes de los comicios, se sigue debatiendo acerca de qué candidato obtuvo más votos y un manto de sospecha se tiende sobre el proceso eleccionario; en Salta finalizó el acto comicial a las 18, unos minutos más tarde comenzó a perfilarse una tendencia a partir del recuento de votos y el correr de las horas solo fue profundizando el grado de certeza sobre el resultado. En la provincia del norte del país, como se sabe, el 33% de las 720 mesas dispuestas para estos comicios emplearon el sistema de voto electrónico. A la distancia, por declaraciones de funcionarios salteños sabemos que la novedad generó expectativas que se tradujeron en participación de votantes. También, que de las 720 terminales electrónicas, solo dos tuvieron problemas, pero fueron subsanados inmediatamente y retomaron su funcionamiento. La novedad, claro está, implicó capacitar al elector para que seguro pudiera emitir su voto y así se hizo no solo en la capital provincial, sino también en las localidades de San Lorenzo, Metán, La Caldera y Orán.
Ninguna posibilidad quedó cercenada por el voto electrónico: se pudo votar lista completa, elegir candidatos de distintos partidos para cada categoría –cortar boleta- o votar en blanco en algunas o en todas las categorías. El elector debía presentarse ante las autoridades de mesa, exhibir el documento de identidad e ingresar al cuarto oscuro a emitir su voto. En una pantalla táctil hacía su elección, luego imprimía una papeleta especial con un chip que al pasarlo por un sensor instalado en la máquina le permitía chequear en la pantalla que apareciera lo mismo que él había elegido.
Finalmente, el elector depositaba el voto en papel en una urna tradicional. Al cierre de la votación, las autoridades de mesa solo necesitaban pasar esas boletas por un sensor de la computadora y se producía la sumatoria de votos. Dos aspectos a tener en cuenta: se debe dejar de desestimar la capacidad de los ciudadanos –o dejar de poner esto como excusa- que a diario, para los más diversos trámites, utilizan las nuevas tecnologías. Y, por otra parte, asumir que el cambio aportaría una solución ante la creciente deserción de autoridades de mesa, acobardadas por el sistema actual.
Convencidos de las bondades del sistema, en Salta se desplegó una campaña destinada a que los electores supieran cómo tenían que usar las boletas electrónicas. Los propios partidos políticos pusieron tanto esmero en publicitar su oferta electoral como en explicar, con prácticas incluidas, el sistema. En mi actividad legislativa, segura que el voto electrónico constituye un salto cualitativo serio en las prácticas electorales, que jerarquiza la democracia, garantiza el respeto a la voluntad popular y termina con la intermediación entre el Estado y los que más lo necesitan, incorporé la emisión y escrutinio electrónico en un proyecto de mi autoría, más amplio, que impulsa reformas al Código Electoral de la Provincia de Entre Ríos.
El voto electrónico se utiliza en muchos países del mundo, con distintos niveles de desarrollo e ideologías diversas -EEUU o India- y se va perfeccionando desde la experiencia. Retomo el ejemplo de Salta que lo ha ido poniendo en práctica paulatinamente en la idea de aplicarlo para la totalidad del padrón en 2015. En Brasil, donde hace 20 años que se usa, el voto de 135 millones de electores se reveló en menos de una hora. En Venezuela, tanto el oficialismo como la oposición lo reivindican.
Comparto la posibilidad de una implementación paulatina y fue por esa razón que en 2009 presenté un proyecto de Resolución para instar al Poder Ejecutivo a llevar adelante una prueba piloto de esta modalidad en las elecciones que se avecinaban para diputados nacionales, aunque solo tuve el acompañamiento de mis pares. Insisto, si se quiere dar un salto cualitativo en materia electoral, se deben buscar mecanismos superadores que involucren seguridad en la emisión del sufragio y la tecnología que, con las previsiones del caso, permita celeridad en el recuento de votos, simplicidad en el manejo de las opciones y economía en el gasto del Estado y de los partidos políticos, cuya participación facilite más allá de la estructura que tengan. Incluso que destierre prácticas como el robo de boletas en el cuarto oscuro, las falsificaciones, el voto en cadena, en fin los intentos de manipular al elector. La vecina provincia de Santa Fe, por su parte, está a punto de poner en práctica un cambio en el sistema electoral con el uso de la Boleta Única, pero aunque uno y otro sistema se evaluarán despúes de las experiencias, pienso que quedará demostrado que el paso verdaderamente superador es el voto electrónico. Queda claro que esta reflexión no es oportunista frente a la proximidad de un nuevo acto comicial. Prueba de ello es que llevada por esta convicción ya he presentado dos proyectos, uno en marzo de 2009 y otro, en julio de ese año proponiendo una reforma integral al sistema electoral. No obstante, la realidad en nuestra provincia pone en evidencia la falta de voluntad necesaria para mejorar el funcionamiento de las instituciones de la democracia y así el voto electrónico es un asunto relevante, que como otros tantos, no se debate. La resistencia al cambio no puede ser una característica de la dirigencia política, que por el contrario, debe estar preparada para atender nuevas situaciones y demandas.
Ana D´Angelo
Diputada del GEN